martes, 24 de enero de 2012

Falsa langosta...uno de los sabores de mi niñez.

La tarde pasada, ordenando placares y cajones, encontré fotos familiares que hacía años no pasaban delante de mis ojos.
Una de ellas, color sepia, mostraba un grupo de mujeres sentadas alrededor de una mesa enorme, cubierta de una variedad y una abundancia de platos no habitual en nuestros días.
Al verlas, rozagantes y felices, las reconocí en el acto. Eran las "Martinotti".

La familia de mi abuelo materno, era una familia muy apegada a los placeres de la buena mesa. Cuenta la leyenda que las Martinotti, comenzaban su día con un desayuno descomunal. Luego se dirigían a la cocina para preparar el almuerzo (de las mismas proporciones). Una vez servido no se levantaban de la mesa nunca más. Almorzaban y hacían una sobremesa que se estiraba hasta la hora del té. Por lo tanto, sólo debían levantar la vajilla, cambiar el mantel, servir el té y continuaban sentadas charlando hasta la hora de la cena, donde realizaban el mismo ritual de cambio de vajilla y mantelería para servir la cena.

Épocas doradas, donde la familia se reunía alrededor de una mesa sin TV ni celulares.
Grandes casas donde vivían varias generaciones.
Comidas con sobremesas en donde primaban el diálogo y las risas.
No puedo dejar de dedicar un párrafo aparte a las dimensiones corporales de mis tías abuelas. Mujeres voluminosas pero armoniosas, parecían sacadas de un cuadro de Rubens. Sus caras se iluminaban con la risa, y sus mejillas cambiaban de color a medida que avanzaba la cena.
Seguramente hoy vivirían discriminadas por su aspecto, pero en su época eran espléndidas.
Además fueron longevas, lo que no es poco.





De ellas me llegaron muchas recetas que poco a poco se las voy a ir pasando, como el legendario "tuco negro" que se comenzaba a cocinar lentamente en las primeras horas del día y al llegar el mediodía se transformaba en un tuco espeso, oscuro y de sabor concentrado.

Revisando entre fotos y cuadernos olvidados, encontré un recorte de un diario, ya amarillo por los años transcurridos, donde premiaban con la medalla de oro a mi tía Helena West, por la mejor receta. Se trataba de un budín de pescado, que hábilmente mi tía llamó "Falsa Langosta" por su color anaranjado.
Creo entender que la receta ya era parte de las mesas de las Martinotti, y mi tía la lanzó a la fama en un concurso gourmet.

Hoy en día, sigue siendo un plato requerido en todas las festividades familiares. Su textura es muy suave, y su sabor exquisito.


FALSA LANGOSTA




Se necesitan:

1 kg de lomos de pescado (yo utilizo merluza)
4 huevos
4 zanahorias
1/2 taza de aceite
1 taza de queso rallado
1 lata de puré de tomate
sal
hojas de laurel

Se colocan los lomos de pescado a hervir en agua, sal y laurel. Cuando están cocidos, se procesan con los huevos, las zanahorias ralladas, el aceite, el queso rallado y el pure de tomates .
Unir todo bien y colocar en un molde de budín inglés, previamente aceitado y espolvoreado con pan rallado.
Se hornea aproximadamente 30 minutos.
Se puede servir tibio, o frío bañado en salsa golf o mayonesa livianas.

Como verán las recetas más antiguas, son las más sencillas y nos acercan a los sabores de nuestra niñez.

Bon appétit!

domingo, 3 de julio de 2011

La higuera... de Hipócrates a mi madre.

Que delicia cuando aparecen los primeros higos.





Los higos y las brevas son originarios de los países del Mediterráneo. Se tiene constancia, que ya se consumían en el antiguo Egipto hace 4.000 y 5.000 años a.J.C. En un yacimiento en el valle del Jordán se han descubierto restos de higos de hace más de 11.000años.





También los consumían los griegos y los romanos, y se habla de ellos en varios escritos. Hipócrates los recomendaba para calmar la fiebre y durante muchos siglos en diferentes culturas, se han utilizando preparados, con este ingrediente principal, para curar catarros y aliviar el dolor de garganta.





La breva, es la que nace en la primera de las dos cosechas de frutos de la higuera. Es muy apreciadas al ser de mayor tamaño que el higo pero no es tan dulce como él, tienen forma de pera y diferentes colores, dependiendo de las variedades oscilan entre el blanco, amarillo verdoso, azuladas y negras. El mismo árbol también da el fruto del higo un poco más tarde; incluso se sabe que hay años, dependiendo de las lluvias caídas, que pueden no producir brevas.





En el hemisferio norte se dan cada año con el anuncio de la festividad de San Juan. En el hemisferio sur la maduración de sus frutos coincide con la llegada de la Navidad.
Los higos son dulces y melosos. Son un manjar y se pueden preparar muchas delicias con ellos. Hay quienes los comen en almíbar con trozos de queso fresco. Otros los aprecian en dulces o mermeladas.





Dulce de higos casero

•1 Kg. de higos
•azular
•3 clavos de olor
•1 chaucha de vainilla
•jugo de ½ limón

Preparación:

Elegir higos no muy maduros. Lavarlos y pincharlos con un palillo
Colocarlos en una cacerola y cubrirlos con agua. Hervirlos hasta que tomen una coloración amarilla. Pasarlos por agua fria, exprimirlos un poco y pesarlos. Pesar la misma cantidad de azucar.
Colocar el azucar en una cacerola, junto a los clavos de olor y la chaucha de vainilla. Cubrir con agua y llevar al fuego. Cuando rompa el hervor agregar los higos. Cocinar despacio hasta que esten transparentes y a punto.
Incorporar el jugo de limon y envasar.





Este dulce queda exquisito untado en tostadas o sobre queso cremoso.
Yo, personalmente, adoro comerlos con jamón crudo. La comida agridulce, es la que màs me define. Recuerdo comerlos así desde pequeña, con un vasito de vino tinto, rebajado con agua y endulzado con azúcar... delirios de mi familia francesa.





Una receta que nunca falla, es esta receta de rolls de higos con jamón serrano, queso de cabra, rúcula y miel. Ideales para degustar con un buen Syrah.


Rolls de higos, jamón serrano y queso de cabra.

8 rebanadas de jamón, cortado por la mitad horizontalmente
8 pequeños higos, reducido a la mitad o 4 higos grandes en cuartos
2 tazas de hojas de rúcula, lavadas y secas
1 / 3 taza de queso suave de cabra
Pimienta recién molida negra
miel líquida

Coloquen rebanadas de prosciutto en la superficie de trabajo. Organizar 1-2 hojas de rúcula fresca en un extremo. Coloque los higos en la parte superior de la rúcula.
Colocar una cucharadita de queso de cabra sobre los higos y la rúcula. Espolvorear con una pizca de pimienta. Enrollar.
Organizar en un plato para servir.Cubrir ligeramente con la miel rocíe antes de servir.




También son ideales para preparar un budín. Esta receta que les comparto, me la pasó mi amiga Ursula, que siempre preparaba su abuela.
Con un café, acompaña increíblemente el final de una cena.

BUDIN DE HIGOS AL RON CON NUECES Y ESPECIAS

Para la masa

175 gr. higos secos
3 cucharadas de ron
2 huevos
125 gr. azúcar
125 gr. harina
125 gr. avellanas; molidas
1/2 bolsa royal
1 punta de clavo de olor
1/2 cucharadita de canela
1 pizca nuez moscada
ralladura de 1 limón
ralladura de 1 naranja
100 gr. nueces

Cobertura

200 gr. azúcar
2 cucharadas de jugo de limón
3 cucharadas ron

Cortar los higos en trocitos quitando los rabos. Poner a macerar 2 horas en ron.
Separar las claras de las yemas. Montar éstas con 2 cucharadas de agua caliente, añadir el azúcar y seguir batiendo.
Aparte, montar las claras a punto de nieve e incorporar a la mezcla de yemas.
En un bowl aparte, mezclar la harina, el royal y las avellanas molidas. Añadir el clavo, la canela, la nuez moscada, sal, y las ralladuras del limçon y la naranja.
Agregar todo esto al preparado de huevos.
Trocear las nueces y mezclarlas con los higos a la masa. Hornear 90' a 175º C. Sacar del molde y poner a enfriar. Mezclar el azúcar, zumo de limón y ron y verter sobre el pastel.





También mi madre, aportó su pasión por los higos. Recuerdo que a ella le encantaban deshidratados y los devoraba como golosinas.
Como era muy alta, elevaba sus brazos cuando quedaban pocos, y bailando se alejaba. Se reía a carcajadas y saboreaba el último higo, sin sentir la menor piedad, ante mi mirada atónita.
Debo reconocer, que siempre era un juego, ya que yo disfrutaba viendola reir y bailar y verla alejarse sonriendo, no sin antes recitarme una y otra vez, una poesía que quedó grabada en mi memoria...

La higuera

Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.

En mi quinta hay cien árboles bellos,
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.

En las primaveras,
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.

Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos que nunca
de apretados capullos se viste...

Por eso,
cada vez que yo paso a su lado,
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
«Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto».

Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!

Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:

¡Hoy a mí me dijeron hermosa! ...






P.D: ...tan hermosa como el recuerdo de mi madre...

viernes, 27 de mayo de 2011

Sabayón por favor... entonces no quiero nada.

Desde muy niña, fui una sibarita.
Siempre agradecí, una mesa bien puesta, la vajilla y la cristalería de buen gusto, la comida exquisita. En definitiva era una pequeña gourmet.
Intento creer que me llega de mis dos ramas familiares. La paterna, francesa, me ha permitido disfrutar de la cocina, de la preparación de platos elaborados, de los sabores, del buen vino. Por el lado materno, familia inglesa, se me inculcó el placer por la vajilla, la cristalería, la mantelería de diseño, el ceremonial y las buenas costumbres.





Desde nuestra infancia, mi hermana y yo, disfrutamos de una gran variedad de reuniones sociales que se desarrollaban en mi casa, donde eramos partícipes tanto de la preparación como del desarrollo de las mismas. También salíamos, tan seguido como se nos permitiera, a comer a algún restaurante. Allí, era donde yo satisfacía mi curiosidad por los platos sofisticados. Mientras mi hermana pedía milanesas con papas fritas, yo, pedía " sesos a la provenzal", " callos de vieras a la leonesa ", " gambas al ajillo ", etcétera.





Lo que nunca cambiaba, era a la hora del postre. Al consultarme, siempre pedía "Sabayón, por favor", a lo que se me respondía absolutamente todas las veces, que era muy pequeña para probar ese postre, lo que llevaba indefectiblemente a mi eterno: -"Entonces no quiero nada".
Esta situación se repetía una y otra vez en cada ocasión que salíamos a comer a un restaurante. Mis padres trataban de atraerme con otros postres, pero no había caso, mi capricho y mi empecinamiento con el sabayón eran más fuertes.





El sabayón o sabaglione se cree que es de origen napolitano y que el nombre viene de "zapillar", palabra que en dialecto napolitano significa hacer una espuma. Su fórmula es casi matemática: azúcar, yemas y vino dulce, como el marsala, típico del Sur de Italia. Los inmigrantes que lo trajeron a estos pagos transmitieron el sentido alimenticio de este postre, por eso son varios los que recuerdan infancias en las que se los preparaban con un argumento inapelable: es ideal para los chicos en edad de crecimiento.
Claro que en mi caso no era tan "ideal", ya que yo exigía que le agregaran ese "saborcito rico" que tenía el que comían los adultos. Mi objetivo era claramente el Oporto, y mis padres se rehusaban a darmelo.





A través de los años, creo que ese primer encuentro frustado con los dulces provocó, en mi adultez, que no sea una gran amante de los postres.
Si puedo decir algo a mi favor: mi convicción y mi testarudez, siguen intactas.
Hoy en día, si voy a un restaurante y no hay sabayón en su carta, me quedo sin pedir postre, lo cual cada vez es mas seguido.
No sé si se debe a que esta pasado de moda, o si la gente cada vez piensa más en su colesterol. Lo único que puedo pedir en su lugar es créme brulée, pero sólo en contadas ocasiones y si estoy muy antojada de terminar mi comida con algo dulce.





Increíblemente, después de tantos años de prohibición, no recuerdo le primera vez que me permitieron comer sabayón. Pero lo que sí recuerdo es la receta que a lo largo de mi vida he realizado infinidad de veces.





SABAYON

4 yemas de huevo
4 cdas. de azúcar
8 cdas. de Oporto





Batir en un bowl de acero inoxidable, 4 yemas de huevo con 4 cucharadas de azúcar, hasta que se vuelvan claras y densas. Agregar, 8 cucharadas de vino Oporto ( esa era la razón por la cual no me permitían disfrutarlo ). Agregarlo poco a poco y continuar batiendo. Colocar el bowl, dentro de una cacerola de mayor tamaño que contenga agua templada.





Dejar cuajar el sabayón a fuego lento sin dejar de revolver, teniendo en cuenta que no tiene que hervir. La crema estará lista en aproximadamente 15 minutos, cuando se haya hecho densa. Servir caliente o tibio, acompañado de nueces.





En su versión fría, para el verano, tengo una receta de "Crema de sabayón" que les va a emcantar.

Crema de sabayon

Azúcar ½ Taza
Crema de leche 1 Taza
Vino Oporto o Marsala 1 Taza
Yemas 3 Unidades


En un bowl mezclar las yemas con el azúcar. Agregar el vino y llevar sobre un baño María suave. Batir constantemente hasta que duplique su volumen.
Retirar del fuego y continuar batiendo hasta que se enfríe.
Batir la crema de leche a punto chantilly y mezclar con el sabayon frío.
Llevar a la heladera y taparlo en contacto con film.
Servir acompañado de frutos rojos.





El sabayón habitualmente se come en su versión dulce, pero existen variaciones saladas exiquisitas.
Como mi curiosidad siempre se encuentra insatisfecha, buscando y buscando, encontré esta receta increíble que comí en un restaurante italiano.

Espárragos grillados con sabayón de pimienta.





Ingredientes

3 yemas de huevo grande
1 huevo grande
3 cucharadas de vino Marsala u Oporto
2 cucharadas de manteca
1 cucharada de crema de leche
1 cucharadita de pimienta recién molida
Sal
1 atado de espárragos grandes
2 cucharadasde aceite de oliva virgen extra
3 cucharadas de queso Parmigiano-Reggiano recién rallado

Encender una parrilla o calentar una sartén o grill. En un bowl mediano resistente al calor, batir las yemas con el huevo y el vino. Colocar el bowl dentro de una olla con agua hirviendo y batir enérgicamente los huevos a fuego moderado hasta que la salsa forme picos firmes, unos 5 minutos.
Retire el bowl con la salsa del fuego.
En un tazón pequeño, mezcle la manteca con la crema de leche y la pimienta.
Agregar batiendo la crema a la salsa, 1 cucharada a la vez, hasta que se incorpore. Sazone el sabayón con sal y mantener caliente.
Aparte, mezcle los espárragos con el aceite de oliva y sazone con sal. Grillar los esparrragos en la parrilla o grill, girandolos ocasionalmente, hasta que se doren por todas partes y estén tiernos, aproximadamente 5 minutos.
Llevar los espárragos a una fuente.
Lleve nuevamente la salsa en el bowl a baño maría y revuelva a fuego lento hasta que espese y apenas caliente, aproximadamente 1 minuto. Vierta la salsa sobre los espárragos, espolvorear con el queso Parmigiano-Reggiano, y servir.


De una u otra manera, el sabayón es exquisito y siempre engalana con su suave textura, cualquier preparación.





En la actualidad, cuando salgo a comer con mi familia, mi hija menor pide las mismas excentricidades que yo pedía a su edad. Entonces miro a mi padre que sonríe por detrás de la carta del menú.
Seguramente él pensará para sus adentros: "Karma... todo vuelve".
Yo le respondo con una sonrisa cómplice, aunque para mis adentros estoy agradeciendo al cielo, que voy a tener con quién compartir mis aventuras gourmet por el resto de mis días.
Bon appètit !!!

sábado, 7 de mayo de 2011

Café con amigas.

Cómo me gusta sentame a tomar un café con mis amigas, y charlar sobre lo que nos pasa !!!
Los argentinos somos muy de juntarnos con un cafecito de por medio.





Cada vez que me cruzo con alguien que no veo hace tiempo, o sé de alguna amiga que está pasando por alguna situación especial, digo la misma frase: "¿Tomamos un café?".
Algunas personas creen que este tiempo que le dedicamos a nuestros seres queridos, son una pérdida de tiempo. Es típico escuchar alguna vez la famosa frase: "Ustedes sí que la pasan bien, eh?, no como yo que debo trabajar todo el día." o "Yo no puedo pasar tanto tiempo en una mesa de café porque debo trabajar".



A algunas mujeres esta frase las lastima, porque sienten que son menospreciadas por no tener una agenda laboral TAN pero TAN extensa.
A mí en realidad, me da risa cuando escucho esta frase. En lugar de molestarme, siento lástima por quien la emite, ya que tiene una vida tan pobre y acotada que no puede hacerse un lugar para disfrutar de sus seres queridos.
Yo trabajo muchas horas, y tambien soy ama de casa, madre, esposa, hija, hermana y amiga. Tengo, y me hago el tiempo para todo y para todos. Muchos me dicen, cómo hago para tener tiempo para trabajar, salir, leer, escribir, etc, y siempre les contesto que la clave está en la organización y las ganas que le ponemos a la vida. Me gusta hacer y siento que puedo. Me gusta aprender cosas nuevas, crear, investigar, y compartir.



Para confirmar mi teoría acerca de compartir tiempo con nuestras amigas, estuve leyendo una disertación sobre la conexión mente-cuerpo, especificamente entre la relación entre el estrés y el malestar físico.
El orador (jefe de psiquiatría en Stanford) dijo, entre otras cosas, que una de las mejores cosas que un hombre puede hacer por su salud es casarse con una mujer, mientras que una mujer, una de las mejores cosas que puede hacer por su salud es cultivar su relación con sus amigas. Al principio, todo el mundo se rió, pero hablaba en serio.
Las mujeres conectan entre ellas de manera diferente y se proporcionan sistemas de apoyo que las ayudan a lidiar con el estrés y las experiencias difíciles de la vida. Físicamente, esta cualidad "tiempo para las amigas" nos ayuda a fabricar más serotonina -un neurotransmisor que ayuda a combatir la depresión y puede producir una sensación general de bienestar.



Las mujeres comparten sus sentimientos, mientras que los hombres a menudo se relacionan en torno a actividades. Ellos raramente se sientan con un amigo a hablar de cómo se sienten acerca de cualquier cosa, o cómo va su vida personal.
¿Trabajo? Sí. ¿Deportes? Sí. ¿Coches? Sí. ¿Pesca, caza, golf? Sí. Pero ¿sus sentimientos? Muy pocas veces.
Las mujeres lo hacen todo el tiempo. Nosotras compartimos desde nuestra alma con nuestras hermanas y, evidentemente, es muy bueno para nuestra salud. El orador dijo que dedicar tiempo con una amiga, es tan importante para nuestra salud general como el jogging o ir al gimnasio.
Hay una tendencia a pensar que cuando estamos "haciendo ejercicio" estamos haciendo algo bueno para nuestro cuerpo, pero que cuando estamos hablando con nuestras amigas, estamos perdiendo el tiempo y deberíamos estar ocupadas de forma más productiva. No es cierto. De hecho, dijo que el no crear y mantener relaciones personales de calidad, con otros seres humanos, ¡es tan nocivo para nuestra salud física como fumar!

Por ello, y para festejar la comprobación científica de mi teoría, preparé este pan de banana ideal para compartir, cafecito mediante, con mis amigas.

PAN DE BANANA

1/4 taza de manteca pomada o ablandada
1 taza azúcar blanco
1 huevo
3 bananas o plátanos maduros, triturados
2 tazas harina 0000
2 cditas. de esencia de vainilla
1 cdita. de polvo para hornear o bicarbonato de soda
1/2 cdita. de sal
1 cdita. de canela en polvo
1/2 taza de nueces picadas



Preparación
Precaliente horno a 175 grados C.

Enmanteque un molde para horno rn forma de budín inglés.
En un bowl grande, colocar la manteca y el azúcar juntos. Batir hasta formar una crema clara. Agregar el huevo, la esencia y las bananas trituradas.
Mezcle la harina, el polvo para hornear, la sal y la canela. Agregar a la preparación de banana y manteca. Una vez unidas las dos preparaciones, agregar las nueces picadas.
Colocar la mezcla en el molde. Llevar al horno y cocinar hasta que la cubierta esté dorada y pinchando el centro, la brocheta salga semi limpia. El centro debe mantener humedad mientras que el exterior es dorado y crujiente.
Desmoldar sobre una rejilla y enfriar.
Este pan de banana, se presta para infinidad de variaciones. Hay quien no le gustan las nueces y le agregan pasas de uva o chispas de chocolate.
En la variedad está el gusto, y la cocina hay que tomarla como un laboratorio de experimentos. Arriesgandonos al cambio, es como se llega a nuevos sabores.

Para acompañar este exquisito pan de banana, me acordé de un café que preparaba una tía abuela materna.

CAFÉ ESCOCÉS

Ingredientes : para 4 personas

4 cucharadas soperas de café molido
8 cucharaditas de azúcar
3/4 de litro de agua
200 g de crema de leche batida a punto chantilly
4 copitas tipo licor de whisky




Preparar un café exprés largo.
En 4 vasos previamente calentados, poner dos cucharadas de azúcar y el whisky (1 copita por vaso).
Verter el café muy caliente y remover.
Colocar encima la crema de leche, procurando que este muy fría.

Ahora es momento de esperar a mis amigas para deleitarlas con mi preparación.
No nos olvidemos de lo saludable que es compartir un tiempito con nuestras amigas.
Por lo tanto, cada vez que se sienten a charlar con sus amigas, dense unos golpecitos en la espalda y felicítense por estar haciendo algo útil para su salud.
De hecho, somos muy muy afortunadas... ¡la amistad con otras mujeres es muy buena para nuestra salud!.



Hasta pronto y bon appètit !!!

jueves, 28 de abril de 2011

Las famosas cookies de Neiman Marcus.

Esta es la receta original de las famosas cookies de Neiman Marcus. Llegó a mis manos, gracias a la ira de una amiga, que fue engañada (según ella).





Paso a contarles: el mes pasado, una amiga que vive en Estados Unidos, mas exactamente en Miami, invitó a su prima a tomar un café, en la cafetería de la famosa tienda Neiman Marcus en el Bal Harbour. El café venía acompañado por unas galletitas con un sabor increíble. Al solicitar a la camarera los ingredientes de tan deliciosas cookies, se le informó que la receta era original de la tienda y al ser "secreta", se vendía solo a sus clientes. Mi amiga, encantada con la idea de tener la posibilidad de realizarlas ella misma, preguntó el precio y le informaron que se vendía a " dos cincuenta". Sin pensarlo dos veces, pidió que se lo agregaran a su cuenta.
Felíz, se retiró con su prima, decidiendo pasar antes por el supermercado más cercano para comprar los ingredientes para prepararlas al día siguiente.
De más esta decir, que al cabo de reiteradas reuniones, recibió el halago de cuanto visitante se acerco a su casa. Pero la alegría duró, hasta que llegó el resumen de su tarjeta de crédito y se enteró que el verdadero precio de su secreto, eran la módica suma de "250 dólares", no 2,50 como ella había entendido.





Recuperada del susto, volvió a la tienda e increpó a cuanto gerente de Neiman Marcus se cruzó en su camino, exigiendo la devolución de su dinero. Se quejó, discutió, protestó...hasta quedar disfónica.



Desolada y sin ninguna respuesta positiva, volvió a su casa y se sentó en su cocina. Miró el frasco donde todavía quedaban algunas cookies que habían sobrado de la tarde anterior. Introdujo su mano en el frasco y se llevó, una a una, a la boca.





En medio de una mezcla de éxtasis y lágrimas, elucubró su venganza. Se sentó frente a su computadora, y comenzó a enviar uno a uno a todos sus contactos la receta "secreta" de las cookies de Neiman Marcus, no si antes ROGAR que la reenviaran a TODOS sus contactos.
"No hay más de temer, que una mujer despechada", dice el refrán.





Así fue como llegó a mis manos, y como soy "muy obediente", decidí compartirla con todos ustedes.


Neiman Marcus cookies


1 taza manteca,
340 gr de chispas chocolate,
2 tazas harina,
1 taza azúcar negra,
1 cdita de bicarbonato sodio,
1/2 cdita de sal,
1 taza azúcar blanca,
250 gr de chocolate para taza,
2 tazas y 1/2 de avena Quaker,
2 huevos,
1 cdita de polvo de hornear,
1 cdita de esencia de vainilla,
1 taza y 1/2 de nueces picadas





Batir la manteca con los azúcares. Agregar los huevos uno a uno y luego perfumar con la esencia de vainilla. Agregar los ingredientes secos, previamente tamizados. Agregar el chocolate rallado, las chispas de chocolate y las nueces.
Preparar una fuente para horno. Cubrirla con papel manteca o silpat. Hornear durante 10minutos a 190·C.





Ahora sí. Siéntense a disfrutarlas, y agradezcan que todavía existen mujeres despechadas.

viernes, 22 de abril de 2011

Cena de mujeres



Cada tanto, nos juntamos a comer con mis amigas, para ponernos al día sobre nuestras vidas. Lo gracioso es que nos excusamos con el "ponernos al día", pero compartimos muchas rutinas, así que estamos muy al tanto de lo que sucede en la vida de cada una de nosotras.
Esta situación es totalmente inentendible para los hombres. Ya desde pequeña, sentía los reclamos de papá, porque llegaba a casa después de haber pasado todo el día con mis amigas, y lo primero que hacía era tomar el teléfono para seguir conversando con ellas. La frase era siempre la misma..."No les alcanzó todo el día para hablar, que necesitan seguir haciendolo por teléfono?".
La realidad es que no, no nos había alcanzado y aún luego de cortar el teléfono, seguramente teníamos ganas de conversar algo más. Nos dormíamos pensando : "Mañana cuando vea a fulanita, le cuento tal cosa".
Al crecer y formar una pareja, el reclamo sigue siendo el mismo,pero ahora por parte de los maridos: "No paran de hablar ustedes?", "De qué hablan tantas horas?". Ya ni me tomo el trabajo de contestar, solo sonrío y sigo pensando: "Mañana, cuando vea a fulanita le voy a contar tal cosa".
Ayer fue jueves, y decidimos hacer cena de mujeres en casa. La realidad, es que a mí me encanta recibir y de echo siempre armo alguna reunión. Pero cuando nos juntamos las mujeres, tratamos de salir a cenar a algún restaurante. No solo por la comodidad de que ninguna tenga que estar atendiendo al resto y en consecuencia se pierda alguna charla, sino tambien para poder conversar tranquilas, sin "oídos" de maridos e hijos. Pero esta noche yo estaba con ganas de cocinar, así que decidí invitarlas.
Como buena geminiana, tengo muchas amigas. Me gusta compartir momentos con mi mismo género. Me siento cómoda, me divierte y tengo amigas muy diferentes unas de las otras.
El único momento del año en que las reúno a todas , es el día de mi cumpleaños, convirtiendose mi casa en una romería, ruidosa y muy divertida. Es más, me divierte mucho, alejarme y ver mini grupos donde están conversando dos o tres personalidades tan dispares. Las veo conversar animadamente, y pienso "Estas dos, termina el cumpleaños y no se ven hasta el año que viene. Qué lástima, porque la están pasando bárbaro".
Las cenas que hacemos algunos jueves, son con mi grupo más íntimo. Las comensales somos siempre las mismas. A veces viene alguna invitada, pero éste es mi grupo de origen, mi grupo de pertenencia, aquel en el que siento que somos como hermanas y nos conocemos desde hace tantos años. Tenemos códigos en común y no hay necesidad de explicar nada. Nadie juzga, se escucha al otro y se brinda consejo con todo el amor, y en forma absolutamente incondicional.
Mientras trabajaba por la mañana, decidí el menú. Es muy importante, prepararlo pensando en los invitados, y no en nuestros gustos personales o en lo que nos sale mejor. Tiempo, consideración y dedicación, son algunos de los códigos de una buena anfitriona.
Me incliné por preparar de entrada una sopa francesa de calabazas, que es la pasión de mi hermana. De primer plato, pensando en Bea, mi amiga de la infancia, elegí lomo en masa phila con verduras de estación. A Bea le encantan las carnes, y es el ingrediente omnipresente en cada una de sus preparaciones, ya que vive con una familia repleta de hombres.
El postre lo reservé para Ivonne y Nina, dos apasionadas de los dulces. Decidí prepararles una mousse de chocolate al Cointreau.
Por la tarde, compré todos los ingredientes que me hacían falta. Lo primero que preparé fue la sopa francesa de calabazas. Es una preparación muy sencilla y queda más sabrosa con una elaboración anticipada. Pero la receta es un secreto de familia que se los voy a revelar en próximos contactos.
Una vez finalizada la sopa, me dediqué a la mousse. La receta es fácil, rendidora, vistosa, y siempre viene acompañada de muchos halagos.

Mousse de chocolate al cointreau

250 g de chocolate negro
125 g de manteca
6 huevos
6 cucharadas soperas de Cointreau
1 naranja
Tiempo de preparacón: 20 minutos

Primero fundí el chocolate al baño María con unas cucharadas de jugo de naranja.



Cuando lo retiré del fuego, le agregué la manteca. Luego añadí las yemas de huevo una a una, batiendo constantemente. Reservé.
Batí a punto nieve muy fuerte, las claras. Aparte, rallé la cáscara de la naranja, cuidando no llegar a la parte blanca que es muy amarga. Uní la ralladura y el Cointreau a la preparación de chocolate.
Por último, agregué las claras en forma envolvente para no bajar el batido.
Coloqué la mousse en unas copas y las decoré con nueces picadas.



Dejé para lo último el plato principal.

Lomo en masa phila con verduras de estación.

Hojas de masa phila - 8 Unidades
Manteca derretida - Cantidad necesaria
Medallones de lomo de 200 gr. cada uno - 5 Unidades
Sal y Pimienta - A gusto

Guarnición
Arvejas naturales o congeladas - 30 g
Habas naturales o congeladas - 30 g
Papa - 1
Sal y Pimienta - A gusto
Zanahoria - 1
Zucchini - 1

Salsa
Ajo - 2 Dientes
Manteca fría - 50 g
Romero en rama - 1
Salvia - 1 Rama
Tomillo - 1 Rama
Vino Malbec - 180 cc




En una sartén calenté aceite y selle los lomos 3 minutos de cada lado. Salpimente.
Retire del fuego, puse sobre un plato y deje enfriar a temperatura ambiente. Reserve la sartén para hacer la salsa, sin lavar.
Estire dos hojas de masa phila sobre la mesada de trabajo, enmanteque con ayuda de un pincel.



Coloque un lomo en el centro de cada cuadrado de masa philo y cerre como si fuera un pañuelo.
Volví a enmantecar la superficie de la masa. Repetí la operación 1 vez más.
Para cocinar calente el horno a 200ºC.
Coloqué los pañuelitos de masa sobre una placa de horno enmantecada y cociné durante 8 minutos o hasta que los pañuelitos estuvieron dorados.

Salsa

Machaque los dientes de ajo. Lave las hierbas. Use las ramas enteras.
Calente la misma sartén en donde sellé los lomos, e incorpore los dientes de ajo, saltee durante 5 minutos.
Agregue el vino tinto (atención que prende fuego) agregue las hierbas enteras y atadas entre si y deje reducir.
Pase por un colador chino y volví al fuego para dejar reducir más.
Salpimenté e incorpore la manteca de a poco y mezcle muy bien con ayuda de un batidor.
Es de suma importancia que después de agregar la manteca, la salsa no vuelva a hervir.

Guarnición



Ponga a calentar agua en una cacerola. Cuando rompa hervor agrege sal.
Lave bien todas las verduras, pele la zanahoria y la papa.
Corte la zanahoria, el zuchini y la papa en finas láminas.
Cocine las verduras en el agua hirviendo, primero la zanahoria, después la papa y por último el zuchini. Retire y reserve.
Derrita un poco de manteca en una sartén y saltee durante unos minutos las verduras cortadas en láminas, agrege las habas peladas junto con las arvejas y sirva acompañando el lomo.



La primera en llegar, fue Ivonne. Ruidosa, alegre y siempre dispuesta a meter mano en la cocina. Le serví una copa del malbec Rutini que había descorchado previamente, para que se fuera oxigenando. Este vino es uno de mis favoritos ya que en la boca tiene cuerpo y concentración, pero a la vez es algo frutado, con taninos bien dulces.
Luego llegó Nina, agotada de una jornada laboral muy intensa, pero siempre dispuesta a pasar un buen momento.
Por último llegaron Bea y mi hermana, y nos sentamos a la mesa.



La cena trancurrló entre risas y anécdotas. La comida fue altamente elogiada, y la sobremesa se extendió hasta pasadas las 2 de la madrugada.
El contenido de la charla, no se los puedo develar, ya que me ampara el secreto profesional.
Cariños y bon appétit !

sábado, 16 de abril de 2011

Delicias dominicales.



Aquellos que debemos levantarnos a diario a las 6:30 AM, tenemos un reloj interno que nos indica el momento de despertarnos 1 minuto antes de que suene el despertador. Esta rutina, nos acompaña a través de los años, sin respetar siquiera el día sábado. Pero al llegar el domingo, no sabemos cual es el mecanismo que lo regula, cual vagos y pecadores, cometemos la locura de abrir nuestros ojos a las 8:30AM ...un horror !, jamas podemos despertarnos mas tarde que eso, por mas tarde que nos hayamos acostado. Pero bueno, ya a esta altura de nuestras vidas, dejamos de intentar volver a cerrar los ojos y dar vueltas en la cama. Es un hecho, ya dormimos dos horas mas de lo acostumbrado y el cuerpo pide a gritos ponerse en movimiento.
Los domingos son días que a algunas personas nos llena de vitalidad y a otras entristece. Generalmente, estas ultimas, son personas que están solas y la rutina del trabajo o el estudio, los sitúa en un contacto social que les hace muy bien. De todos modos, hay que aprovechar los domingos, que desde el comienzo de la humanidad se hicieron para descansar o para hacer lo que a uno se le venga en gana.
Personalmente, me encanta disfrutar mi casa, mi familia y es un día para reunirse a comer y charlar con parientes y amigos, que son nada mas ni nada menos que la familia que uno se va formando a través de los años.
Lo primero que hago es darme una ducha. El día no puede comenzar sin pasar por ese manantial que despeja mi cerebro y despabila mis neuronas. Los pasos a seguir son : decidir quienes van a venir a almorzar, que voy a cocinar y que falta comprar. Para esto, camino hasta el café que se encuentra a tres cuadras de mi casa y hace las tostadas caseras mas ricas que he comido. Con un café de por medio y el olor del pan recién tostado, todos mis sentidos se despiertan y empiezo a planificar mi domingo.



Al salir, ya tengo todo planeado y comienzo a recorrer los locales de mi barrio, acompañada por el silencio que solo se puede sentir un día domingo por la mañana. Solo rompe este sosiego, el trinar de algún pájaro o el saludo de algún conocido que empezó el día tan temprano como yo. Antes de regresar a casa, nunca olvido comprar un ramo de flores en el puesto de alguna esquina, para adornar la mesa familiar.
En toda casa habitada por adolescentes, como en mi caso, el domingo por la mañana es de una paz solo comparable con algún monasterio. Por eso, a la que nos gusta cocinar, encerrarnos en la cocina y trabajar con esta calma, es un momento único.
Hoy, decidí cocinar pastas con una salsa creada especialmente para mi abuelo. La historia es que mi abuelo materno, sufría de ulcera estomacal, por lo cual no podía comer salsa de tomate ni nada que le irritara el estómago. Entonces mi abuela Amanda, comenzó a prepararle una salsa de zanahorias muy natural que no le hacia daño.



Esta receta llego a mis manos, pero le hice algunas adaptaciones que mi sangre francesa paterna, que no respeta ulceras ni ningún tipo de complicaciones estomacales, transformo en un manjar. De hecho, si hoy pudiese cocinarle esta salsa a mi abuelo, seguramente seria lo ultimo que comería, literalmente, antes de tener que internarlo. Pero, de los que hoy nos sentamos a la mesa, creo que ninguno sufre de ninguna patología, por lo cual, van a poder disfrutar de esta salsa de zanahorias " afrancesada ".
En primer lugar rallo 1 kilo de zanahorias. Reservo.



Aparte pico 2 cebollas y tres dientes de ajo. Coloco en una olla una cucharada de manteca y un chorrito de aceite de oliva para que la manteca no se queme. Agrego las cebollas y ajo y dejo rehogar a fuego mediano cuidando que la cebolla no dore. Luego agrego las zanahorias ralladas y las cubro con leche. Agrego dos cubitos de caldo de verdura. Dejo cocinar a fuego medio hasta que la zanahoria este cocida y reduzca la cantidad de leche. En ese momento, agrego crema de leche y bajo el fuego hasta que termine la cocción. Salpimento. Esta salsa es exquisita, y queda de maravilla con cualquier pasta.



Ahora si, mientras la casa comienza a despabilarse, comienzo a poner la mesa, como me enseño mi madre, engalanando la casa con el mejor mantel, vajilla y copas brillantes, y en el centro las flores que compre por la mañana.



Ah !! siempre pongo algún plato de más, ya que no hay que olvidarse de aquellos de los que hablabamos al principio de la charla, los que están solos y no disfrutan los domingos. Un llamado telefónico, y mágicamente le cambiaremos un domingo solitario por uno con amigos.