jueves, 28 de abril de 2011

Las famosas cookies de Neiman Marcus.

Esta es la receta original de las famosas cookies de Neiman Marcus. Llegó a mis manos, gracias a la ira de una amiga, que fue engañada (según ella).





Paso a contarles: el mes pasado, una amiga que vive en Estados Unidos, mas exactamente en Miami, invitó a su prima a tomar un café, en la cafetería de la famosa tienda Neiman Marcus en el Bal Harbour. El café venía acompañado por unas galletitas con un sabor increíble. Al solicitar a la camarera los ingredientes de tan deliciosas cookies, se le informó que la receta era original de la tienda y al ser "secreta", se vendía solo a sus clientes. Mi amiga, encantada con la idea de tener la posibilidad de realizarlas ella misma, preguntó el precio y le informaron que se vendía a " dos cincuenta". Sin pensarlo dos veces, pidió que se lo agregaran a su cuenta.
Felíz, se retiró con su prima, decidiendo pasar antes por el supermercado más cercano para comprar los ingredientes para prepararlas al día siguiente.
De más esta decir, que al cabo de reiteradas reuniones, recibió el halago de cuanto visitante se acerco a su casa. Pero la alegría duró, hasta que llegó el resumen de su tarjeta de crédito y se enteró que el verdadero precio de su secreto, eran la módica suma de "250 dólares", no 2,50 como ella había entendido.





Recuperada del susto, volvió a la tienda e increpó a cuanto gerente de Neiman Marcus se cruzó en su camino, exigiendo la devolución de su dinero. Se quejó, discutió, protestó...hasta quedar disfónica.



Desolada y sin ninguna respuesta positiva, volvió a su casa y se sentó en su cocina. Miró el frasco donde todavía quedaban algunas cookies que habían sobrado de la tarde anterior. Introdujo su mano en el frasco y se llevó, una a una, a la boca.





En medio de una mezcla de éxtasis y lágrimas, elucubró su venganza. Se sentó frente a su computadora, y comenzó a enviar uno a uno a todos sus contactos la receta "secreta" de las cookies de Neiman Marcus, no si antes ROGAR que la reenviaran a TODOS sus contactos.
"No hay más de temer, que una mujer despechada", dice el refrán.





Así fue como llegó a mis manos, y como soy "muy obediente", decidí compartirla con todos ustedes.


Neiman Marcus cookies


1 taza manteca,
340 gr de chispas chocolate,
2 tazas harina,
1 taza azúcar negra,
1 cdita de bicarbonato sodio,
1/2 cdita de sal,
1 taza azúcar blanca,
250 gr de chocolate para taza,
2 tazas y 1/2 de avena Quaker,
2 huevos,
1 cdita de polvo de hornear,
1 cdita de esencia de vainilla,
1 taza y 1/2 de nueces picadas





Batir la manteca con los azúcares. Agregar los huevos uno a uno y luego perfumar con la esencia de vainilla. Agregar los ingredientes secos, previamente tamizados. Agregar el chocolate rallado, las chispas de chocolate y las nueces.
Preparar una fuente para horno. Cubrirla con papel manteca o silpat. Hornear durante 10minutos a 190·C.





Ahora sí. Siéntense a disfrutarlas, y agradezcan que todavía existen mujeres despechadas.

viernes, 22 de abril de 2011

Cena de mujeres



Cada tanto, nos juntamos a comer con mis amigas, para ponernos al día sobre nuestras vidas. Lo gracioso es que nos excusamos con el "ponernos al día", pero compartimos muchas rutinas, así que estamos muy al tanto de lo que sucede en la vida de cada una de nosotras.
Esta situación es totalmente inentendible para los hombres. Ya desde pequeña, sentía los reclamos de papá, porque llegaba a casa después de haber pasado todo el día con mis amigas, y lo primero que hacía era tomar el teléfono para seguir conversando con ellas. La frase era siempre la misma..."No les alcanzó todo el día para hablar, que necesitan seguir haciendolo por teléfono?".
La realidad es que no, no nos había alcanzado y aún luego de cortar el teléfono, seguramente teníamos ganas de conversar algo más. Nos dormíamos pensando : "Mañana cuando vea a fulanita, le cuento tal cosa".
Al crecer y formar una pareja, el reclamo sigue siendo el mismo,pero ahora por parte de los maridos: "No paran de hablar ustedes?", "De qué hablan tantas horas?". Ya ni me tomo el trabajo de contestar, solo sonrío y sigo pensando: "Mañana, cuando vea a fulanita le voy a contar tal cosa".
Ayer fue jueves, y decidimos hacer cena de mujeres en casa. La realidad, es que a mí me encanta recibir y de echo siempre armo alguna reunión. Pero cuando nos juntamos las mujeres, tratamos de salir a cenar a algún restaurante. No solo por la comodidad de que ninguna tenga que estar atendiendo al resto y en consecuencia se pierda alguna charla, sino tambien para poder conversar tranquilas, sin "oídos" de maridos e hijos. Pero esta noche yo estaba con ganas de cocinar, así que decidí invitarlas.
Como buena geminiana, tengo muchas amigas. Me gusta compartir momentos con mi mismo género. Me siento cómoda, me divierte y tengo amigas muy diferentes unas de las otras.
El único momento del año en que las reúno a todas , es el día de mi cumpleaños, convirtiendose mi casa en una romería, ruidosa y muy divertida. Es más, me divierte mucho, alejarme y ver mini grupos donde están conversando dos o tres personalidades tan dispares. Las veo conversar animadamente, y pienso "Estas dos, termina el cumpleaños y no se ven hasta el año que viene. Qué lástima, porque la están pasando bárbaro".
Las cenas que hacemos algunos jueves, son con mi grupo más íntimo. Las comensales somos siempre las mismas. A veces viene alguna invitada, pero éste es mi grupo de origen, mi grupo de pertenencia, aquel en el que siento que somos como hermanas y nos conocemos desde hace tantos años. Tenemos códigos en común y no hay necesidad de explicar nada. Nadie juzga, se escucha al otro y se brinda consejo con todo el amor, y en forma absolutamente incondicional.
Mientras trabajaba por la mañana, decidí el menú. Es muy importante, prepararlo pensando en los invitados, y no en nuestros gustos personales o en lo que nos sale mejor. Tiempo, consideración y dedicación, son algunos de los códigos de una buena anfitriona.
Me incliné por preparar de entrada una sopa francesa de calabazas, que es la pasión de mi hermana. De primer plato, pensando en Bea, mi amiga de la infancia, elegí lomo en masa phila con verduras de estación. A Bea le encantan las carnes, y es el ingrediente omnipresente en cada una de sus preparaciones, ya que vive con una familia repleta de hombres.
El postre lo reservé para Ivonne y Nina, dos apasionadas de los dulces. Decidí prepararles una mousse de chocolate al Cointreau.
Por la tarde, compré todos los ingredientes que me hacían falta. Lo primero que preparé fue la sopa francesa de calabazas. Es una preparación muy sencilla y queda más sabrosa con una elaboración anticipada. Pero la receta es un secreto de familia que se los voy a revelar en próximos contactos.
Una vez finalizada la sopa, me dediqué a la mousse. La receta es fácil, rendidora, vistosa, y siempre viene acompañada de muchos halagos.

Mousse de chocolate al cointreau

250 g de chocolate negro
125 g de manteca
6 huevos
6 cucharadas soperas de Cointreau
1 naranja
Tiempo de preparacón: 20 minutos

Primero fundí el chocolate al baño María con unas cucharadas de jugo de naranja.



Cuando lo retiré del fuego, le agregué la manteca. Luego añadí las yemas de huevo una a una, batiendo constantemente. Reservé.
Batí a punto nieve muy fuerte, las claras. Aparte, rallé la cáscara de la naranja, cuidando no llegar a la parte blanca que es muy amarga. Uní la ralladura y el Cointreau a la preparación de chocolate.
Por último, agregué las claras en forma envolvente para no bajar el batido.
Coloqué la mousse en unas copas y las decoré con nueces picadas.



Dejé para lo último el plato principal.

Lomo en masa phila con verduras de estación.

Hojas de masa phila - 8 Unidades
Manteca derretida - Cantidad necesaria
Medallones de lomo de 200 gr. cada uno - 5 Unidades
Sal y Pimienta - A gusto

Guarnición
Arvejas naturales o congeladas - 30 g
Habas naturales o congeladas - 30 g
Papa - 1
Sal y Pimienta - A gusto
Zanahoria - 1
Zucchini - 1

Salsa
Ajo - 2 Dientes
Manteca fría - 50 g
Romero en rama - 1
Salvia - 1 Rama
Tomillo - 1 Rama
Vino Malbec - 180 cc




En una sartén calenté aceite y selle los lomos 3 minutos de cada lado. Salpimente.
Retire del fuego, puse sobre un plato y deje enfriar a temperatura ambiente. Reserve la sartén para hacer la salsa, sin lavar.
Estire dos hojas de masa phila sobre la mesada de trabajo, enmanteque con ayuda de un pincel.



Coloque un lomo en el centro de cada cuadrado de masa philo y cerre como si fuera un pañuelo.
Volví a enmantecar la superficie de la masa. Repetí la operación 1 vez más.
Para cocinar calente el horno a 200ºC.
Coloqué los pañuelitos de masa sobre una placa de horno enmantecada y cociné durante 8 minutos o hasta que los pañuelitos estuvieron dorados.

Salsa

Machaque los dientes de ajo. Lave las hierbas. Use las ramas enteras.
Calente la misma sartén en donde sellé los lomos, e incorpore los dientes de ajo, saltee durante 5 minutos.
Agregue el vino tinto (atención que prende fuego) agregue las hierbas enteras y atadas entre si y deje reducir.
Pase por un colador chino y volví al fuego para dejar reducir más.
Salpimenté e incorpore la manteca de a poco y mezcle muy bien con ayuda de un batidor.
Es de suma importancia que después de agregar la manteca, la salsa no vuelva a hervir.

Guarnición



Ponga a calentar agua en una cacerola. Cuando rompa hervor agrege sal.
Lave bien todas las verduras, pele la zanahoria y la papa.
Corte la zanahoria, el zuchini y la papa en finas láminas.
Cocine las verduras en el agua hirviendo, primero la zanahoria, después la papa y por último el zuchini. Retire y reserve.
Derrita un poco de manteca en una sartén y saltee durante unos minutos las verduras cortadas en láminas, agrege las habas peladas junto con las arvejas y sirva acompañando el lomo.



La primera en llegar, fue Ivonne. Ruidosa, alegre y siempre dispuesta a meter mano en la cocina. Le serví una copa del malbec Rutini que había descorchado previamente, para que se fuera oxigenando. Este vino es uno de mis favoritos ya que en la boca tiene cuerpo y concentración, pero a la vez es algo frutado, con taninos bien dulces.
Luego llegó Nina, agotada de una jornada laboral muy intensa, pero siempre dispuesta a pasar un buen momento.
Por último llegaron Bea y mi hermana, y nos sentamos a la mesa.



La cena trancurrló entre risas y anécdotas. La comida fue altamente elogiada, y la sobremesa se extendió hasta pasadas las 2 de la madrugada.
El contenido de la charla, no se los puedo develar, ya que me ampara el secreto profesional.
Cariños y bon appétit !

sábado, 16 de abril de 2011

Delicias dominicales.



Aquellos que debemos levantarnos a diario a las 6:30 AM, tenemos un reloj interno que nos indica el momento de despertarnos 1 minuto antes de que suene el despertador. Esta rutina, nos acompaña a través de los años, sin respetar siquiera el día sábado. Pero al llegar el domingo, no sabemos cual es el mecanismo que lo regula, cual vagos y pecadores, cometemos la locura de abrir nuestros ojos a las 8:30AM ...un horror !, jamas podemos despertarnos mas tarde que eso, por mas tarde que nos hayamos acostado. Pero bueno, ya a esta altura de nuestras vidas, dejamos de intentar volver a cerrar los ojos y dar vueltas en la cama. Es un hecho, ya dormimos dos horas mas de lo acostumbrado y el cuerpo pide a gritos ponerse en movimiento.
Los domingos son días que a algunas personas nos llena de vitalidad y a otras entristece. Generalmente, estas ultimas, son personas que están solas y la rutina del trabajo o el estudio, los sitúa en un contacto social que les hace muy bien. De todos modos, hay que aprovechar los domingos, que desde el comienzo de la humanidad se hicieron para descansar o para hacer lo que a uno se le venga en gana.
Personalmente, me encanta disfrutar mi casa, mi familia y es un día para reunirse a comer y charlar con parientes y amigos, que son nada mas ni nada menos que la familia que uno se va formando a través de los años.
Lo primero que hago es darme una ducha. El día no puede comenzar sin pasar por ese manantial que despeja mi cerebro y despabila mis neuronas. Los pasos a seguir son : decidir quienes van a venir a almorzar, que voy a cocinar y que falta comprar. Para esto, camino hasta el café que se encuentra a tres cuadras de mi casa y hace las tostadas caseras mas ricas que he comido. Con un café de por medio y el olor del pan recién tostado, todos mis sentidos se despiertan y empiezo a planificar mi domingo.



Al salir, ya tengo todo planeado y comienzo a recorrer los locales de mi barrio, acompañada por el silencio que solo se puede sentir un día domingo por la mañana. Solo rompe este sosiego, el trinar de algún pájaro o el saludo de algún conocido que empezó el día tan temprano como yo. Antes de regresar a casa, nunca olvido comprar un ramo de flores en el puesto de alguna esquina, para adornar la mesa familiar.
En toda casa habitada por adolescentes, como en mi caso, el domingo por la mañana es de una paz solo comparable con algún monasterio. Por eso, a la que nos gusta cocinar, encerrarnos en la cocina y trabajar con esta calma, es un momento único.
Hoy, decidí cocinar pastas con una salsa creada especialmente para mi abuelo. La historia es que mi abuelo materno, sufría de ulcera estomacal, por lo cual no podía comer salsa de tomate ni nada que le irritara el estómago. Entonces mi abuela Amanda, comenzó a prepararle una salsa de zanahorias muy natural que no le hacia daño.



Esta receta llego a mis manos, pero le hice algunas adaptaciones que mi sangre francesa paterna, que no respeta ulceras ni ningún tipo de complicaciones estomacales, transformo en un manjar. De hecho, si hoy pudiese cocinarle esta salsa a mi abuelo, seguramente seria lo ultimo que comería, literalmente, antes de tener que internarlo. Pero, de los que hoy nos sentamos a la mesa, creo que ninguno sufre de ninguna patología, por lo cual, van a poder disfrutar de esta salsa de zanahorias " afrancesada ".
En primer lugar rallo 1 kilo de zanahorias. Reservo.



Aparte pico 2 cebollas y tres dientes de ajo. Coloco en una olla una cucharada de manteca y un chorrito de aceite de oliva para que la manteca no se queme. Agrego las cebollas y ajo y dejo rehogar a fuego mediano cuidando que la cebolla no dore. Luego agrego las zanahorias ralladas y las cubro con leche. Agrego dos cubitos de caldo de verdura. Dejo cocinar a fuego medio hasta que la zanahoria este cocida y reduzca la cantidad de leche. En ese momento, agrego crema de leche y bajo el fuego hasta que termine la cocción. Salpimento. Esta salsa es exquisita, y queda de maravilla con cualquier pasta.



Ahora si, mientras la casa comienza a despabilarse, comienzo a poner la mesa, como me enseño mi madre, engalanando la casa con el mejor mantel, vajilla y copas brillantes, y en el centro las flores que compre por la mañana.



Ah !! siempre pongo algún plato de más, ya que no hay que olvidarse de aquellos de los que hablabamos al principio de la charla, los que están solos y no disfrutan los domingos. Un llamado telefónico, y mágicamente le cambiaremos un domingo solitario por uno con amigos.